Buenos días!
Nueva reseña!
Porque ya sabéis que verano es mi estación favorita para leer, como no se puede estar en la calle toca devorar libros, y si son tan divertidos como este, mucho aún. Además he tenido la suerte de poder leerlo en una lectura conjunta del blog https://librosquehayqueleer-laky.blogspot.com/ junto con otros compañeros, y ha sido una gozada!!! Hoy os hablo de una novela de época, con personajes super curiosos, que nos va a sacar momentos de risa y otros que nos van a poner de los nervios, con muertes y misterios que vamos a resolver junto a una doncella muy especial. Todo eso nos aguarda en Loch Down Abbey, de la autora Beth Cowan-Erskine y que nos trae con una portada chulísima Editorial RBA.
Como siempre, portada y sinopsis y empezamos a la de ya!
UNA MUERTE MISTERIOSA.
UN AMA DE LLAVES INTRÉPIDA.
ARISTÓCRATAS Y SIRVIENTES...
¡TODO EL MUNDO ES SOSPECHOSO!
Escocia. 1930. La noble familia Inverkillen, residente en Loch Down Abbey, está preocupada porque la niñera ha fallecido a causa de una enfermedad poco común. Sus inquietudes aumentan cuando el señor Inverkillen muere en extrañas circunstancias. Oficialmente ha sido un accidente, pero la señora MacBain, el ama de llaves, no está tan convencida.
Los habitantes de la casa, tanto los de arriba como los de abajo, son los únicos sospechosos. Con la familia del conde demasiado ocupada haciendo lo que solo puede describirse como no hacer nada, MacBain decide investigar un poco y, al hacerlo, descubre una serie de secretos, mentiras y traiciones que alterarán la dinámica de la casa para siempre.
**********
Opinión y Reseña:
En esta novela tan curiosa vamos a conocer a la familia Inverkillen, y cuando digo la familia digo bien, porque en la mansión Loch Down Abbey viven "mariquilla y to la villa" como se dice en Córdoba. Y es que tenemos a quienes viven allí "por derecho" como la condesa viuda Lady Georgina que es la matriarca, y a ella nadie le tose, y luego están los hijos, los nietos, los bisnietos, los allegados, los acoplados, un batiburrillo de gente que se dedican a lo que mejor saben hacer los nobles: no mover un dedo. Para eso tienen un ejército de sirvientes, que es lo que se merecen. Pero las cosas van a cambiar. Primero, porque muere la nanny de los niños debido a una enfermedad contagiosa que está asolando a toda Inglaterra, aunque eso a ellos no les preocupa, porque están demasiado lejos, eso no les va a llegar. Lo que sí les preocupa es quién va a cuidar de los niños ahora, que están totalmente asalvajados, porque los nobles tienen niños para perpetuar el linaje pero ocuparse de ellos? Imposible! Pese a que la familia piensa que la enfermedad no va a llegar, el servicio empieza a encontrarse mal y a diezmarse de manera alarmante. No mueren pero caen enfermos, así que no pueden hacer su trabajo. A escondidas de los Inverkillen, los llevan a una planta de la casa y allí los dejan en cuarentena y el servicio se apaña para seguir con las labores diarias sin que nada se note. Pero la cosa empieza a ir cuesta abajo y sin frenos....
Por si esto fuera poco, el patriarca de los Inverkillen muere de la noche a la mañana. Bueno más bien a lo largo de la mañana. El buen hombre se fue a pescar y ya no volvió, y nadie se dio cuenta. Claro, en una mansión con 125 habitaciones es fácil no encontrarse con alguien a lo largo del día, o de la semana o de un mes si quieres. Pero es que no ha vuelto para la cena y esto es algo que la aristocracia lleva a rajatabla, comer y cenar todos juntos (menos los niños que cenan a parte, que cenen con los adultos es algo imperdonable, sin nada de glamour). Así que cuando el conde no aparece todos se ponen nerviosos... Claro, les suenan las tripas! Finalmente el conde es encontrado muerto en la presa, se supone que ha caído al agua, se lo ha llevado la corriente y se ha ahogado. Un accidente fortuito del que nadie sospecha, aunque el inspector Jarvis va a hacerse cargo del caso, y aunque a él le viene bien lo del accidente (menos trabajo), la señora MacBain, la jefa del servicio, no se conforma, y empezará una serie de pesquisas porque sospecha que no ha sido una muerte del todo clara y que hay algo detrás.
* Café, donut de pistacho y Loch Down Abbey, un planazo genial aunque poco aristocrático, me tenía que haber hecho un te.
Con toda esta premisa ya tendríamos una novela bastante interesante y entretenida, pero es que ahí no queda la cosa, ya que después de la muerte del conde toca abir el testamente. Y se lía parda. Porque el conde ha dejado una manutención a Iris, una chiquilla a la que acogieron de pequeña, que la familia no le tiene nada de aprecio. Y también a otra mujer del servicio, la señora Maxwell. Esto indigna a los Inkerville, que empiezan a pelearse porque ahora que ya no está el conde quieren subir de escalafón y los señores de la casa deberían ser otros. Los hijos quieren la parte más grande del pastel, otra de las cuñadas, Constance, las joyas... Vamos, surrealista todo.
La novela es surrealista toda ella. Porque los problemas no acaban aquí. Resulta que cuando ponen en orden las cuentas, la mansión está en la ruina, no hay cómo mantenerla, igual que una destilería que también poseen y que no puede fabricar un whisky más malo. Tanto que ni los propios señores de la familia lo toman, prefieren tomar otro de otro fabricante. Así que algo hay que hacer para pagar el impuesto de la herencia, que caduca en 6 meses y no tienen efectivo. Después de reponerse del trago que esto supone, deciden empezar a subastar cosas de la mansión, y empiezan a salir cosas a la luz que no pueden permitir que se sepa porque ante todo son aristócratas, y que nos dejarán con las patas colgando. Por todo esto, la novela es tan divertida, porque hay situaciones que son tronchantes. Como las reuniones de la señora MacBain con Lady Georgina cuando empieza a haber recortes de suministros por la maldita enfermedad. ¿Cómo explicarles a esa familia que tienen que raccionar el papel higiénico? ¿O que se tienen que hacer ellos las camas porque no hay servicio para hacer todas las camas a la vez a tiempo? Evidentemente, vuelve a ser por rangos, y las señoras que intentan hacerse la cama acabarán llorando porque no son capaces de estirar las sábanas, e incluso hay algún conato de incendio en una habitación relacionado con unas almohadas. Cuando empiezan a escasear los alimentos y materias para hacer sus lujosos almuerzos y cenas se lía otra vez. Los Inkervillen no dan crédito, ¿cómo van a dejar de comer sus pasteles hechos a diario y se los van a comer de un día para otro o van a renunciar a sus guisos de carnes de caza? La verdad es que yo leía y flipaba. De verdad, que malo es ser rico y de repente verte en el subsuelo, porque es imposible que sobrevivas. Mientras tanto, siguen las riñas entre ellos, las enemistades, rencillas y envidias, y a la vez la señor MacBain sigue en su investigación paralela acerca de la muerte del conde, que la llevará a descubrir cosas con las que se echará las manos a la cabeza.
La narración es sencilla, no es nada estrafalaría para tratarse de una familia british de la aristocracia, y esto es de agradecer, porque yo ya tenía lío con la mezcla de personajes. Son muchos porque es una familia muy grande (aunque poco avenida), y a veces me costaba distinguirlos, y eso que la autora nos deja el árbol geneálogico al principio de la novela. Los capítulos son de extensión media pero hay pausas entre ellos, así que la lectura es fácil, rápida y dinámica. Es un libro ideal para leer en verano, por ese tono irónico y cómico que reina todo el rato en sus páginas. Entre medias vamos a tener sorpresas, misterios, enfrentamientos, y además parece ser que es la apertura de una saga en la que iremos conociendo más aventuras y desventuras de esta familia tan distinguida y cutre a la vez, así que yo os la recomiendo a tope porque vais a pasar una lectura la mar de entretenida!!!
Os dejo algunas perlitas:
"Tanto horror inspiraron las palabra de Bella que todo los presentes se giraron a mirar a Constance, quien, en efecto, iba enjoyada de la cabeza a los pies. Se quedaron ojipláticos. Había conseguido prenderse tres broches y llevaba una gargantilla de perlas con un colgante de zafiro del tamaño de una nuez, además de unos pendientes tan largos que le llegaban a los hombros. La tiara pesaba más de lo que creía y la obligaba a caminar despacio y con cautela para mantenerla en su sitio. Aunque no lo habría admitico, lo cierto era que lamentaba la elección de las alhajas, pues ya le estaban causando dolor de cuellos y hombros."
"- En otras palabras, porque en el pueblo ha cundido el pánico, me veo obligada a volver a compartir... los excusados con toda la familia - Se quejó mientras se ponía en pie y se dirigía a las cristaleras de espaldas a la señora MacBain-. No, me niego. Es una indecencia por la que no paso."
**********
En cuanto a la autora, Beth Cowan-Erksine es originaria de un pequeño pueblo de Wyoming. Se mudó al Reino Unido en 2010 y es propietaria de una empresa de arquitectura de interiores.
Vive en una granja en la región de Cotswolds con su marido escocés. Durante el encierro por el coronavirus, e inspirada en la familia escocesa de su marido, escribió Loch Down Abbey, su primera novela, a la que seguirán otras, así que hay que estar atentos porque yo no me las pierdo!
Y hasta aquí la reseña de hoy. Espero que os haya gustado esta nueva lectura con una temática distinta a la que suelo leer pero igual de interesante. Ya me diréis qué os parecen a vosotr@s las novelas de este tipo y si vais a apuntar en vuestra lista de pendientes a los Inkervillen. ya os adelanto que nos van a decepcionar y que os harán pasar muy buenos ratos!!! Un besote grande y nos leemos esta semana!
No conocía este libro. Gracias por la reseña.
ResponderEliminarTe invito a pasar por mi blog. Feliz semana!
Parece ser que esta aristocrática familia se dedico mas ha aparentar que a cuidar su patrimonio.
ResponderEliminarSaludos.
Si se cruza le doy una oportunidad seguro, que casi todos habéis disfrutado mucho con esta historia.
ResponderEliminarBesotes!!!
Buena reseña del libro. Yo también he probado el donut de pistacho
ResponderEliminarUn abrazo